El hilo del hilo del Hilo

Cuando salió «El Hilo del Destino», poema hecho de poemas continuos, textos como texturas (Plástica & Palabra. Universidad de León, 2005), tuve el gozo y el honor de dedicárselo al poeta Hilario Franco y su sublime familia.

Retomando el hilo, años antes, 2001, comunes «Om de Alfombra» para Tejida Abstracción, gran exposición itinerante de Teresa Lanceta, amiga y maestra, a quien ofrendé «La Tejedora tejida», serie de sincrogramas por su maravilloso trabajo.

En «Vidas Cruzadas» de Roberto González (Observatorio Activo/Ávila 1.131/), reconocí al artista Roberto González, hoy Roberto Chartam, quien, siguiendo el hilo invisible y conductor de la vida, proviene de un pueblo leonés del Páramo como Hilario.

Hace tres meses ha visto la luz el libro Índice de índices de Hilario Franco, poeta con quien hace más de dos décadas formo un grupo sin nombre, pues el capullo del gusano, hecho con un único hilo de seda, es anónimo. He tenido el gozo y el honor de escribir el postludio del meta-libro escrito a lo largo de 32 años, donde proclamo: «Todo Hilado».

Cuando en 2017 observé y reconocí el sutil e intenso trabajo de Roberto, a quien no conocía personalmente (quizá ganado por los imanes de neodimio bañados en oro, la delineación del espacio a modo de Oskar Schlemmer, y sus volúmenes vacíos, invisibles-visibles), vi que nos encontrábamos ante un importante artista quien, según me confió más tarde, había elegido Ávila para vivir, por su luz.

«Dichos de luz y amor»,

de San Juan de Fontiveros

veros

eros.

Mi libro de cabecera, lámpara, desde la juventud.

Uno, don Nadie, también ha elegido Ávila, que es «La Vía» –Vía Lucis, Unitiva– para vivir y morir –hilo gris, continuo– en el aura del pájaro solitario-solidario.

Vale.

Eduardo Scala