LANAIRE



En memoria del hilo de oro de Hilario Franco



«La línea es el principio y el fin del dibujo», dice Roberto Chartam, quien inicia sus estudios de arte en el taller de José Luis Huete, su mentor, Palacio Los Serrano, 2008-2009.

El artista, tras doce años de apasionado trabajo, en el mismo lugar de su comienzo –AQUIAHORA– cierra el círculo con esta exposición sin una sola curva.

                                                                                                                   

El visitante, en una acción ideal, se mueve por los espacios rectilíneos –juego de líneas mínimas, puras, florentinas–, completando la obra.

La VERTICAL_HORIZONTAL_DIAGONAL genera vacíos simétricos, superposiciones, aéreas áreas.

Salas-alas I y II. Composiciones diagonales-agonales.

Juego de claroscuros. Irradiación de las sombras. 

Interior-exterior para moverse-verse.

Lo invisible. 

Agujeros-eros. 

La abertura de aire da a una línea pasar a través de otra línea hasta la coordenada-ordenada-nada.

Concierto de silencio para tres hilos: rojo-azul-verde. 


Chartam (papel, carta, cartografía, en latín), con sus papeles vegetales superpuestos y su juego de lápices medidos, es un geómetra o, mejor, un sutil tejedor que desde su telar-lar, tal la araña que alza la tela desde sí misma, manifiesta la estructura y el movimiento del universo con sus murales inmateriales.

La misión del creador es encontrar la línea invisible de las cosas, suave como la lana, y cruzarla –Teresa es arte– con determinada determinación.

El artista de la simplicidad-complejidad nos presenta dos atmósferas hiladas para que el observador presencial-esencial, siguiendo las líneas imaginarias y melódicas, transite los etéreos espacios como sus pajaritas de papel –casuales-causales–, a su aire. 


Un día me dio por tocar la línea del horizonte, entonces dije: HORIMONTE©. 

Vale.



Eduardo Scala

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